1 de junio de 2015

Las zapatillas rojas

Por un momento cierra los ojos y recuerda tu infancia. Céntrate en las historias que, pese a los años, se han quedado pegadas a tu memoria como la miel a una cuchara de madera.
Piensa en las historias que te contaban de noche, a la luz de la hoguera o en el reconfortante escudo de una manta en invierno. 

¿Qué es lo que recuerdas?

Para mí, uno de los primeros libros de historias que puedo recordar fue un libro de Hans Christian Andersen. Era un volumen de un rosa chicle, algo pasado de moda, con un hombre que miraba con ternura a una cría a la que yo suponía iba a contarle un cuento. Recuerdo que me fascinaban las historias de ese volumen, ahora muy desgastado por las noches pegada a sus páginas con linterna. "La sirenita", "La princesa y el guisante", "Pulgarcilla" o "La reina de las nieves" que dió lugar a la adoradísima película de Disney "Frozen" son algunas de ellas. 

Pero de la historia de la que quiero hablar en este post no es una de aquellas, sino una que llegó hace poco, cuando de la infancia queda poco más que los libros y esos recuerdos de los que hablaba.
El libro que vengo a recomendar es una visión para adultos de la hsitoria de Andersen que nunca llegué a leer en mi infancia: "Los zapatos rojos".

Para muestra un botón:

Las ilustraciones son absolutamente preciosas y dan un giro de tuerca a la historia original, con un toque más adulto, sin perder en absoluto la magia del libro. 

Para aquellos a los que les guste el ballet recomiendo también la película "Las zapatillas rojas", dirigida por el equipo británico The Archers en 1948, que adapta muy libremente el relato de Andersen. 




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